viernes, 7 de mayo de 2010

Supersonic Man

VUELVE EL HOMBRE... SUPERSÓNICO, CLARO

En el año 1979 de nuestra era, tras el triunfo apabullante de dos películas; “Superman” y “La Guerra de las Galaxias”, en un pintoresco país del sur de Europa alguien decide, así, de buenas a primeras, fusionar ambos éxitos en un nuevo y rocambolesco producto, para goce y disfrute de niños y mayores around the world. De este modo nace la que estaba llamada a convertirse en la gran superproducción española del año. Esta es su historia. 

Decidido a petar las taquillas, el director y productor Juan Piquer Simón, acreditado en ocasiones como J P Simon (pronunciese Yei Pi Saimon), pone en marcha su nueva criatura, a rebufo del éxito internacional del Hombre de Acero. La película, con un presupuesto muy por encima de lo habitual en el cine español de entonces, inicia su rodaje, con localizaciones en Alicante, Madrid y Nueva York, empleando para ello técnicas novedosas en España en ese momento, como el “front projection”.

La aventura comienza.

Debido a que los hombres del planeta Tierra “empiezan a utilizar peligrosamente su inteligencia” (Mejor eso que no usarla, creo yo… ¿o es lo que tiene la inteligencia?) un indeterminado organismo oficial de la galaxia de vaya usté a saber donde, envía a Kronos, uno de sus mejores hombres (suponemos) como medida preventiva, que parte hacia la Tierra al ritmo de la mejor música disco del momento.

Una vez aquí adquiere forma de actor porno de los 70 para pasar desapercibido (esto es una apreciación personal), y habrá de enfrentarse al perverso Doctor Gluck, que pretende dominar el mundo o algo así. Para lograr sus objetivos ha secuestrado al típico científico mayor que ya debería estar jubilado y cobrando una pensión. Su joven hija parte en su busca y así se cruza con nuestro héroe, que deberá enfrentarse a una serie de esbirros (Quique Camoiras entre ellos), una pelea de bar, un cuadriculado robot invencible y unas cuantas maquetas. El resultado os lo podéis imaginar.

Se trata, en definitiva, de un intento loable de dotar al cine español de entidad propia como producto de entretenimiento, y la verdad es que lo consigue, porque, otra cosa no, pero divertida es un rato. Fue un éxito de taquilla en su momento y hasta llegó a generar una serie de comics.

Maravillosamente ridícula, escandalosamente pulp. Pocas películas he visto que superen su nivel de divertimento sin complejos. Recomendable su visionado después de una sesión de Michael Haneke. Por cierto, “La Cinta Blanca” peliculón… también.

Supersonic Man… I Wanna Be.

www.el marginado.com


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