viernes, 16 de abril de 2010

Ser Friki... o no

A partir de ahora publicaré aquí los viernes la entrada que durante la semana se ha podido leer en ElMarginado.com. Todos los sábados una entrada nueva, y el viernes siguiente aquí. ¿Quedobos claro?

Friki: Desviación idiomática del término inglés “Freak”; monstruo, fenómeno, anomalía, o mas coloquialmente: bicho raro. Freak era un apelativo que describía a aquellos tipos que se comportaban de manera extraña e inquietante, o que tenían aficiones fuera, muy fuera, de lo común, como por ejemplo coleccionar insectos en frascos guardados en el frigorífico. Sin embargo, la idiosincrasia del freak no se limitaba a los hobbys raritos, su verdadero drama residía en su vida personal y las circunstancias que la rodeaban. La clave solían ser problemas de incomunicación y los efectos que estos tenían en los demás, incapaces de comprender, asumir o, ya siquiera, respetar a la persona que tenían enfrente. Para el freak la vida diaria, el contacto con los demás, era su infierno particular que acababa por abocarle a problemas psicológicos que remitirían, o no, con los años.

En un momento dado, el freak pasa a ser friki. De pronto ser friki mola. El frikismo es un estilo de vida. Pero el frikismo ante todo es una etiqueta. Una etiqueta nacida de la continua necesidad de clasificar, ordenar y archivar a las personas.

¿Quién pone tal etiqueta?

Una mayoría de la sociedad que considera que todo aquel que no entra dentro de unos “parámetros normales” ha de ser etiquetado para saber a que atenerse.

¿Quiénes son los frikis?

Lectores de cierto tipo de literatura, oyentes de cierto tipo de música, espectadores de cierto tipo de cine, gente con inquietudes en definitiva. La mayoría, ignorante, iletrada, considera que esas inquietudes son frikis. Si leo “El juego de Ender” (Lectura obligada en los colegios de EEUU) soy friki, no así si leo a Perez-Reverte. Si, como es mi caso, hago las dos cosas, ya soy un frikazo. La sociedad, en definitiva, desprecia las inquietudes culturales que se salen de las modas y corrientes del momento. Nos llama frikis para humillarnos, para hacernos sentir raros, para hacernos ver que somos unos fracasados sociales.

Pero lo peor, amigos míos, es que hay gente que se enorgullece de ello. De llevar la etiqueta de friki. Soy friki. Lo soy porque leo, veo, escucho, amplio mis horizontes, amplio mi visión. Mientras que la mayoría permanece anclada en su inmovilismo. Vidas vacías que se llenan con fútbol y alcohol los fines de semana; centros de ocio y polígonos comerciales. Encefalogramas planos que engullen y gritan. Eso es ser normal.

¿Es lo que queremos para el futuro? ¿Una sociedad donde el disfrute de la cultura sea considerado una rareza? ¿Dónde el conformismo sea la norma a seguir?

Yo, personalmente, no me enorgullezco de ser friki, no me enorgullezco de llevar una etiqueta puesta por una panda de gañanes estúpidos. Yo soy normal, ellos son la aberración. ¿Orgullo friki? Es como si los judíos se enorgullecieran de ser gaseados en Auschwitz.

Y vosotros ¿Sois frikis?

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