miércoles, 14 de marzo de 2012

El Señor Cocodrilo está muerto de hambre

La selva puede ser un lugar duro para vivir. El señor cocodrilo siempre está hambriento, no puede evitarlo, la naturaleza le hizo así. Buscarse el pan en un ambiente como este no es fácil. Joann Sfar nos ofrece un cómic aparentemente infantil, pero nada mas lejos de la realidad ¿o si? "El Señor Cocodrilo está muerto de hambre" es una encantadora obra de humor negro, muy válida para todas las edades.















Que los animales matan para alimentarse es un hecho aunque, según el cómic, algunos traten de negociar enviando a sus hermanos al matadero. Así lo hace un cerdo con cierto aire de líder religioso, pero el Señor Cocodrilo no entiende de esas chuflas, él solo quiere comer. Mudarse a la ciudad de los humanos tal vez sea una buena idea, pero la vida allí puede ser mas complicada y hostil que en la jungla. El autor nos invita a plantearnos ciertas cuestiones relacionadas con el respeto y la moralidad bajo un tapiz de aventura animal salpicada de simpáticos detalles sórdidos. Digo simpáticos porque parten de la sordidez (si fuera el mundo real), pero acaban resultando elementos de cuento y fábula dados la vuelta; una niña sola, con sus padres en prisión, cuidada por una tía alcohólica, se hace amiga de un cocodrilo, después de que este devore a los pasajeros de un autobús. "Si está prohibido comer en el autobús debería haber puesto un letrero" es su respuesta ante la bronca que le echa el conductor. Y hemos de decir que Sfar no es remilgado con las vísceras y la sangre.

Pero si hay algo que he de aplaudir (entre otras cosas) es la ausencia completa de moralina que desprende la obra. En otros casos, el Señor Cocodrilo se replantearía su conducta, pero es que... ¡es un cocodrilo! y si tiene hambre estando en la ciudad, se come personas. Es lo que hay. Según su punto de vista resultan absurdos todos los procesos humanos para enmascarar el hecho de que la comida también han sido seres vivos.

Y no le falta razón.

Envidio, lo digo en serio, a los vegetarianos. Por el hecho de que han tenido la fuerza de voluntad para serlo. He de reconocer que yo no la tengo. Pero al igual que el Señor Cocodrilo admito el hecho de que como carne, cómo algo natural, aunque a veces no queramos ver el terrible proceso que la lleva a convertirse en paquetitos envasados en el supermercado. Y que esto último no sirva de excusa a todos esos cretinos que igualan el hecho de matar para comer, al de matar para divertirse. A todos ellos les dejaba un rato a solas con EL SEÑOR COCODRILO. Así, con mayúsculas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario